Querida Cali: Soy Hernán, tengo 26 años y me cogí a Tini tras una sesión de fotos. Mi historia es la siguiente:
El estudio estaba perfectamente iluminado, gracias a los reflectores que brillaban como pequeños soles. El aire olía a maquillaje, café recién hecho y una mezcla de perfume floral. Tini, la cantante que había contratado mis servicios, estaba sentada en la silla de maquillaje. Su silueta esbelta y alta dominaba la habitación. Sus tetas nuevas se elevaban con orgullo bajo la bata de seda que llevaba. No pude evitar mirarlos, no de manera grosera, sino con la curiosidad profesional de un fotógrafo especializado en lencería.
- ¿Te gustan, Hernán? - Su voz, con ese tonito seductor tan característico, sonaba como si cada palabra fuera un susurro íntimo en mi oído. Levantó una ceja, con una mirada pícara como desafiandome a responder.
- Son... impresionantes - admití, ajustando la cámara que colgaba de mi cuello. - Va a ser un placer disfrutarlas, al menos en las fotos -
Tini soltó una carcajada, un sonido contagioso que resonó en el estudio.
- Eso es lo que todos dicen, hasta Rodri... Pero vos, Hernán, tenés esa mirada... como si realmente los apreciaras. -
Me encogí de hombros, tratando de mantener la compostura profesional.
- Es mi trabajo, Tini. Capturar la belleza, la esencia de la persona. Y vos, con esas dos, tenés una presencia increíble. -
La maquilladora, una mujer de mediana edad con manos ágiles, terminó de retocar los labios de Tini con un rojo intenso. "Listo, diosa," anunció, dando un paso atrás para admirar su obra.
Tini se levantó, la bata cayendo de sus hombros para revelar un conjunto de lencería negro que se ajustaba a su cuerpo casi como una segunda piel. El corpiño, claramente diseñado para realzar sus nuevos atributos, empujaba sus pechos hacia arriba, creando un escote peligroso.
- ¿Qué te parece? - preguntó, dando una vuelta lenta para que la admirara desde todos los ángulos.
- Perfecto - murmuré, sintiendo un calor repentino nacer en mi cuello y bajar por el pecho y abdomen hasta la entrepierna. - Vamos a hacer unas fotos increíbles. -
La sesión comenzó, y Tini se movía con una gracia cuasi felina frente a la cámara. Sus ojos brillaban con una confianza que solo las estrellas poseen, y sus labios curvados en una sonrisa seductora. Con cada clic de la cámara, me sentía más atraído por ella, no solo por su belleza física, sino por la energía que irradiaba.
- Un poco más cerca, Hernán, - susurró, inclinándose hacia mí mientras posaba contra la pared. - Quiero que captures la textura del encaje, la forma en que se ajusta a mi piel.-
Me acerqué, sintiendo su calor corporal, el aroma de su perfume mezclado con el olor a sudor y maquillaje. Mi corazón latía con fuerza, solo por notar la proximidad de su cuerpo, de la curva de sus pechos a centímetros de mi cara.
- Así - susurró, dejando su aliento caliente en mi oído. - Capturá la esencia de la nueva Tini, la nueva y mejorada.-
La sesión continuó, cada pose más atrevida que la anterior. Tini se movía con una sensualidad innata, como si supiera exactamente cómo encender la cámara, cómo encenderme a mí. En un momento, se agachó, sus pechos colgando pesadamente, el encaje negro estirándose sobre sus pezones erectos.
- ¿Te gustan así, Hernán? - preguntó, con voz seductora. - ¿Te gustaría tocarlas, no? sentir su peso en tus manos…"
Tragué saliva, intentando llevar las palabras a mi garganta seca. - Son... hermosos - logré decir, con voz ronca.
Tini se incorporó, triunfante. - Entonces, ¿por qué no lo hacés? Después de todo, sos el fotógrafo. Tenés que asegurarte de que todo esté perfecto. -
Mi corazón latía con fuerza, la sangre bombeando hasta mi pija. Sabía que esto era una invitación, una propuesta que iba más allá de lo profesional. Pero no pude resistirme, no a esa mujer, no a Tini.
Me acerqué a ella, con manos temblorosas mientras alcanzaba sus pechos. Eran suaves, la piel tersa y caliente bajo mis dedos. Los pesé en mis palmas, sintiendo su firmeza, la forma en que se adaptaban a mis manos como si hubieran sido hechos para mí.
- ¿Así está bien? - pregunté, mi voz un susurro.
Tini cerró los ojos, un gemido suave escapó de sus labios. - Sí... así está perfecto.-
En ese momento, algo cambió. La tensión en el aire se volvió palpable, la atracción entre nosotros ya no se podía ignorar. Tini abrió los ojos, su mirada clavada en la mía, y vi en ellos un deseo que reflejaba el mío propio.
- Hernán, - susurró, pícara - Creo que ya terminamos con las fotos. ¿Por qué no nos tomamos un descanso?-
Asentí, incapaz de hablar. Tini me tomó de la mano, guiándome hacia el camarín. El estudio, con sus luces y cámaras, quedó atrás mientras nos metíamos en la penumbra del cuarto.
La puerta se cerró con un clic, y Tini se giró hacia mí, sus ojos brillando con una intensidad que me hizo temblar.
- Ahora, Hernán, - dijo, seductora - es hora de que conozcas a la verdadera Tini.-
Me empujó contra la pared, sus labios buscando los míos en un beso apasionado. Su lengua invadió mi boca, su sabor a fresa y maquillaje inundando mis sentidos. Mis manos se deslizaron por su cuerpo, explorando cada curva, cada pliegue de su piel.
Tini se separo de mí, ya con respiración entrecortada. - Sacate la remera, - me ordenó, dominante y seductora.
Obedecí, aún ansioso mientras me deshacía de la prenda. Tini me miró, con sus ojos recorriendo mi torso atlético mientras se relamía los labios con la lengua.
- Sos... increíble - susurró, deslizando sus manos por mi pecho, mi abdomen. -Ahora, es mi turno.-
Se arrodilló frente a mí, sus manos desabrochando mi cinturón con habilidad. Mi pantalón cayó al suelo, y Tini me miró, sus ojos clavados en mi erección.
- Impresionante - murmuró, rozando la punta de mi pene con sus labios. - Vamos a divertirnos, Hernán.-
Su boca se cerró alrededor de mí, su lengua caliente y húmeda me envolvió con un placer que no puedo describir. Gemí, enredando mis manos en su cabello mientras ella me la chupaba con habilidad, su boca moviéndose arriba y abajo con un ritmo que me llevó al borde del orgasmo.
- Tini... por favor… - le supliqué, con miedo de acabar apenas segundos después de haber empezado.
Ella se detuvo, mirándome pícara mientras se ponía de pie. - No tan rápido, Hernán. Todavía no terminamos.-
Me empujó hacia el sofá, sus manos guiándome mientras me tumbaba. Tini se posicionó sobre mí, sus tetas colgaban pesadamente sobre mi rostro.
- Chupalos - me ordenó - chupalos, hijo de puta.
Obedecí, mis labios cerrándose alrededor de sus pezones erectos. Los chupé, los lamí, sintiendo su piel suave y caliente bajo mi lengua. Tini gemía, agarrándome del pelo mientras se movía sobre mí, con un ritmo que me enloquecía.
- Ahora, Hernán - susurró, mordiéndose el labio. - Ahora me vas a coger…
Se posicionó sobre mí, su concha húmeda y caliente alineándose con mi verga, totalmente erecta. Se sentó, bajando su cuerpo sobre mí con un movimiento lento y deliberado. Gemí, mis manos agarrando sus caderas mientras ella se movía, su cuerpo ajustándose a mí con una perfección que me dejó sin aliento.
- Sí... así… - susurró, su voz un susurro ronco. - Cogeme, Hernán. Cogeme como si fuera la última vez.-
La obedecí, mis caderas moviéndose en un ritmo frenético mientras la penetraba con fuerza. Tini se movía conmigo, sus pechos rebotando con cada embestida, su boca abierta en un gemido continuo.
La habitación se llenó con el sonido de nuestra pasión, los gemidos y susurros creaban una sinfonía de placer. Tini se inclinó hacia mí, sus labios buscando los míos en un beso apasionado mientras nos movíamos al unísono.
- Hernán… - me susurró, ronca de placer. Voy a... voy a...
- Acabá, Tini - la animé, mis manos agarrando sus caderas con fuerza. - Acabá conmigo.-
Su cuerpo se tensó, sus músculos contrayéndose mientras alcanzaba el clímax. Gritó, desgarrando su garganta mientras su cuerpo temblaba sobre el mío. Yo la seguí, mi propia acabada llenó su concha de semen mientras perdía lo último que me quedaba de aliento.
Nos quedamos así, nuestros cuerpos entrelazados, la transpiración enfriándose en nuestra piel. Tini se acurrucó contra mí, con su cabeza apoyada en mi pecho, y su respiración entrecortada.
- Eso... fue increíble,- susurró, satisfecha pero sin voz.
Sonreí, mi mano deslizando por su espalda. - Lo fue.-
Tini levantó la cabeza, su mirada clavada en la mía. - Hernán, ¿qué acabamos de hacer? Yo… estoy con Rodri…-
Me encogí de hombros, tratando de mantener la calma. - Tuvimos sexo, Tini. Y un sexo increíble.-
Ella sonrió, volviendo a su expresión pícara. -Sí, pero... ¿qué significa esto? ¿Somos... algo más que fotógrafo y modelo?-
La miré, enamorado pero con miedo. - No lo sé, Tini. Pero sé que no puedo sacarte de mi cabeza. Y que voy a querer volver a verte.-
Tini sonrió, su mano deslizando por mi pecho. - Yo también, Hernán. Yo también.-
No me volvió a llamar, ni yo a ella. Nunca volvimos a coger desde ese momento. Sin embargo, las fotos que hicimos fueron un éxito y ella me recomendó a otras amigas. Tal vez no amanezca todos los días al lado de Tini, pero definitivamente mi vida va a cambiar a partir de ahora…
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