⠀Departamento de Morena Beltrán, Buenos Aires, Argentina
21 de julio, 02:30hs.
Morena respira agitadamente con los ojos cerrados, y muerde su labio fuertemente para no gemir. Dentro suyo, el vibrador se mueve como enloquecido. Entra y sale de su concha con firmeza y velocidad, guiado por su mano ya experta. Se recuerda a si misma hace unos dias, en esa oficina, cumpliendo su fantasía erótica que la tenía atormentada. Suspira, dejando salir el aliento caliente por la nariz, pero el gemido que inunda la habitación no es suyo.
La periodista se detiene, helada en su cama, el juguete sexual a medio ingresar. Retira el vibrador con cuidado y lo deja apoyado sobre las sábanas, ya mojadas por el sudor y el flujo de dos horas de paja salvaje. Tomando su bata blanca, la coloca rápidamente sobre su cuerpo y se envuelve en ella. Calzándose las pantuflas rosadas que cubren sus pies descalzos, y encendiendo la linterna de su teléfono, camina aterrada pero decidida hacia la ventana que separa su dormitorio de su balcón.
Con un movimiento rápido separa las cortinas para descubrir a una chica joven, de cabello corto y oscuro, tapándose sus partes nobles con ambos brazos. La reconoció al instante, no solo porque era su vecina sino porque solía ver sus videos en redes sociales. Martina Morales, desnuda y tumbada en el suelo, la miraba aterrada.
Departamento de Martu Morales, Buenos Aires, Argentina
21 de julio, 03:00hs.
MARTU: Te juro que no puedo evitarlo Morena, es... más fuerte que yo...
MORE: ¿Es joda? Me estabas espiando mientras me pajeaba, pendeja
MARTU: Lo se, y... en serio te pido disculpas... yo...
MORE: Si, lo sé... Fue un impulso... Yo también tengo deseos, fantasías... pero no las cumplo rompiendo la ley
MARTU: No sé qué me pasa, te juro. Gracias por no llamar a la policía
MORE: No hay de qué... andá a dormir pendeja, es tarde... me pegaste un buen susto...
MARTU: De nuevo, perdón... voy a abandonar esas fantasías, lo prometo...
La rubia ya se estaba acercando a la puerta, después de una de las noches más raras de su vida. Sin embargo, algo la hizo detenerse y girarse para volver a ver a Martu
MORE: Yo...conozco a un grupo de personas que pueden cumplirte ese tipo de fantasías...
Exposicion Rural de Palermo, Buenos Aires, Argentina
22 de julio, 14:00hs
Martina mira alrededor, confundida. A ambos lados de ella, hombres de edad avanzada discuten agresivamente sobre la alimentación idónea para un tipo específico de toros. Una voz femenina la saca de su confusión.
ARDOHAIN: Recibimos su mensaje, Morales. Dígame, la escucho...
MARTU: Ardohain, yo... me da vergüenza decirlo, pero mi fantasía implica perjudicar a otra persona.
ARDOHAIN: Expláyese, por favor...
MARTU: Mi mayor morbo es... lo que se llama... voyeurismo... ver a otros en situaciones sexuales o...
ARDOHAIN: Entiendo, yo también lo practiqué. Prosiga...
MARTU: Y mi fantasía implica practicar el voyeurismo... observando... una orgía...
ARDOHAIN: ¿Y eso a quién perjudica? Podemos elaborar una orgía...
MARTU: Pasa que... hay una persona en particular que me gustaría ver participando de esa orgía. Siendo... el elemento central...
ARDOHAIN: Aceptamos el caso, no se preocupe. Acompáñeme al patio de comidas y cuénteme más detalles...
Estudios abandonados canal 2, Buenos Aires.
22 de Julio, 21:30hs
ARDOHAIN: Suárez, ¿que tenemos?
SUAREZ: Martina Morales, nuestra cliente. 20 años, tiktoker, creadora de contenido, influencer, bailarina. Se destaca por su personalidad histriónica, sus coreografías y su carisma natural. En la intimidad una bestia. Muy salvaje, muy morbosa, tiene... miles de fantasías. La más fuerte, y por lo tanto la más secreta, tiene que ver con observar a otros teniendo relaciones, el llamado voyeurismo
ESPOSITO: Gran fetiche... lo practico seguido...
SUAREZ: ¿En serio? Algún día podrías venir a verme con Mauro, ¿no?
ESPOSITO: Yo... con Mauro... creo que voy a pasar, te agradezco
ARDOHAIN: Volvamos a lo nuestro, Suárez. ¿La víctima?
SUAREZ: Ahora vamos a eso. Martina generalmente vincula a sus amigos en sus fantasías, supongo que le genera morbo. La fantasía que apunta a cumplir, por la que fuimos contratadas, involucra a una amiga cercana a ella: Julieta Castro.
FERNANDEZ: ¿La hija de Momi? No es tan linda...
SUAREZ: Gustos son gustos, Cinthia. Julieta Castro. 21 años. Influencer, cantante, actriz. Hija de Momi Giardina y Diego Castro, bastante famosa también.
ESPOSITO: Entiendo... Morales quiere ver a Castro en una orgía, pero... no quiere que Castro sepa...
ARDOHAIN: Fernández, vamos a hacerlo. Necesitamos un salón amplio, de estilo clásico, con un espejo grande. Servicio de cátering, champagne, comida ligera, nada de ajo o cebolla. Batas de seda negra, antifaces negros de estilo victoriano.
FERNANDEZ: Te lo consigo, ¿algo más?
ARDOHAIN: Modelos. Dos jovenes, de la edad de Morales y Castro. Otros dos maduros, cincuentones o más. Y otros dos en sus 30, buen fisico, atléticos. Tal vez podamos sumar uno negro, alto, podemos usar a Douglas. Y vamos a tener que simular nosotras también...
Así, con el plan establecido, todo se puso en marcha
Departamento de Juli Castro, Buenos Aires, Argentina
22 de julio, 10:30hs
Juli no paraba de recibir consultas y mensajes "subidos de tono". Era habitual que los chabones se comportaran como pajeros con ella, pero ahora los comentarios venían de hombres y mujeres por igual. En videollamada con su amiga Martu, se quejaba de esto pero no se la notaba enojada.
JULI: Amiga, no entiendo qué está pasando. Siempre recibí fotos de pijas y eso pero... nunca tanta cantidad...
MARTU: Me pasa igual amiga... capaz es la oportunidad para seguir subiendo en los números. Hacer o decir algo escandaloso, que todo el mundo hable de vos...
JULI: ¿Algo como qué? No me voy a enfiestar con mis seguidores Mar... No otra vez...
MARTU: Obvio que no, idiota. Pero... empezá a responder esas preguntas picantes, ¿te va? podemos hacer un vivo juntas respondiendo...
JULI: Capaz tenés razón amiga... va a ser un boom de visualizaciones
MARTU: Siempre tengo razón, Ju... ¿lo hacemos ahora?
La transmisión en directo fue un éxito. Las preguntas picantes fluyeron con naturalidad entre las risas de Martina y Julieta, que respondieron todo sin cortarse. El clip que recorrió todas las redes fue uno en el que Juli, entre risas, admitía que le gustaría hacer una orgía siempre y cuando nadie la reconociera.
Al poco tiempo, Juli recibió un mensaje directo que le heló la sangre y al mismo tiempo, la llenó de dudas.
@MaximaCozzettiSexologa ha compartido un reel: ¡Hola Julieta! Me llegó este video tuyo. ¿En serio te gustaría hacer una orgía? Tengo algo para proponerte. Respondeme si te interesa.
Juli lo pensó, lo meditó, lo analizó. Pensó en consultarle a Martu, pero su amiga solo iba a matarse de risa. Pensó en invitarla, pero no creyó que a ella fuera a interesarle. Era su morbo, su fantasía, la oportunidad de sentirse deseada sin que nadie la reconociera. Iba a aceptar, la sexóloga parecía de confianza y no tenía nada que perder.
@Juli.Castroo: Hola Máxima. Me interesa. ¿Te parece que nos veamos en un café?
Palacio San Fermín, Buenos Aires, Argentina
25 de julio, 19:30hs
Las simuladoras terminaban de coordinar los últimos detalles. Esta noche era el gran momento y la tensión se podía palpar en el aire. Martu respiraba agitada, envuelta en una de las batas negras, sabiendo que estaba a minutos de cumplir su fantasía más profunda.
Fernández le había preparado una vista privilegiada. Detrás del espejo unidireccional, nadie sabría que estaba observando. Tenía a su disposición el mayor catálogo que una mujer podría pedir para masturbarse. Juguetes de todos los tamaños, vibradores, plugs, succionadores.
FERNÁNDEZ: Cuidamelos bien, pendeja, son prestados...
MORALES: Te juro que los voy a cuidar... espera... ¿prestados?
FERNÁNDEZ: No ibamos a gastar guita en juguetes para que los uses una sola noche. Cada una trajo los suyos, y saqué un par por canje...
Al otro lado del espejo, en el salón, Eugenia presentaba a las chicas con los hombres que Cinthia había conseguido
Los maduros:
Jorge, carpintero, 56 años, alto, robusto, con panza apenas marcada pero hombros firmes. Espalda amplia y peluda. Brazos gruesos, manos grandes, dedos anchos. Bajo su bata negra se veía un pene grueso y ancho, de largo promedio.
Sergio, profesor de tango retirado, 61 años. Delgado, elegante. Largas piernas, pecho sin vello. Cintura fina. Brazos fibrosos. Al igual que el resto de su físico, su pene también era largo y esbelto, con una cabeza marcada.
Los treintañeros:
Iván, profesor de educación física, 34 años. Tipico físico de gimnasio: marcado, hombros inmensos, abdomen de seis cuadros, tatuaje tribal en la cadera. Los músculos de su pelvis señalaban perfectamente el camino a su verga venosa y larga, tan marcada como el resto de su cuerpo
Damián, ex rugbier, 37 años. Piernas enormes, cuello grueso, pecho trabajado. Venas marcadas en los brazos. Su pija era ancha y gorda como una lata de gaseosa, cubierta en venas.
Los jóvenes:
Nahuel, estudiante, 19 años. Delgado, tonificado, sin vello corporal. Musculatura leve. Su pija se notaba grande, pero los nervios no le permitían salir del estado de flacidez
Bruno, vocalista de una banda indie, 18 años. Cuerpo fino, fibroso, con piernas largas. Tiene pelo largo, apenas lacio, que le cae sobre los ojos. Su pija es tan delicada como el resto de su cuerpo, pálida como la luna y totalmente depilada, pero definitivamente la más larga y fina de todas.
Además, a la par de Ardohain en cuanto a autoridad, se encontraba Douglas.
Douglas nació en California, y conoció a las simuladoras en un operativo hace 10 años. Desde ese entonces trabaja con ellas como colaborador frecuente. Cuerpo de basketbolista, 1,92 m, espalda monumental, brazos esculpidos. Pectorales amplios, vientre plano. Verga terriblemente larga, gruesa, velluda, con prepucio.
Ardohain caminaba por el salón con paso firme. Llevaba un vestido negro de seda ajustado, con una abertura profunda en la espalda y sin corpiño. Su andar era el de una mujer que conoce su poder. Revisaba cada detalle con los ojos y las manos: tocaba las cortinas para ver si el terciopelo era suficientemente suave, probaba la firmeza de los sillones bajos, se detenía en el centro de la alfombra circular como si ya viera la escena desplegarse allí.
ARDOHAIN: No quiero interrupciones. Todo tiene que fluir.
Espósito se acercó con una copa de champagne en la mano. Tenía un corset rojo oscuro que realzaba el movimiento de sus tetas al respirar, y las piernas envueltas en medias de red que trepaban hasta los muslos.
ESPOSITO: El vestuario de los chicos ya está listo. Douglas preguntó si puede empezar sin ropa.
ARDOHAIN: Que espere la señal. Todavía no entramos en calor.
Suarez, por su parte, se acomodaba sobre un diván. Su vestido gris casi transparente apenas cubría sus caderas. La envolvía un perfume de vainilla, que se hacía más notorio cuando cruzaba las piernas lentamente, dejando entrever el borde de una tanga minúscula. Cada vez que alguien pasaba cerca, sus ojos lo seguían como si lo desvistiera con la mirada.
Fernández y Guirao ensayaban unos roces "casuales". Sentadas juntas en un sillón, se tocaban el cabello, se acercaban para hablarse al oído, dejaban que las piernas se rozaran sin apuro. Cinthia tenía la piel ligeramente brillosa por una loción perfumada. Rocío en cambio jugaba con una cereza entre los labios, pasando la lengua sobre la fruta de manera deliberadamente lenta.
Morena llegó última. Llevaba un conjunto de encaje blanco con transparencias. Se notaba que estaba un poco nerviosa: sus pezones marcaban la tela con firmeza, y sus mejillas estaban coloradas. Ardohaín la tomó de la mano con dulzura.
ARDOHAIN: Respirá. Esto es una escena. Vos sabés actuar.
Carolina dió instrucciones finales por el auricular discreto que llevaba en la muñeca:
ARDOHAIN: Recuerden: miradas primero. Contacto suave. No hablen. Ella tiene que sentir que no está viendo una escena armada. Tiene que sentir deseo… real.
En un cuarto oculto, Morales ya estaba tocándose. Tenía las piernas entreabiertas, y su pie derecho se movía rítmicamente. Cada roce de sus dedos contra la piel de su entrepierna la hacía morderse los labios. Todavía no pasaba nada, pero ella ya estaba cerca del orgasmo.
Y entonces, Juli llegó. Llevaba un vestido corto, rojo, suelto, sin ropa interior. El cabello suelto, los labios pintados en rojo suave. Al entrar al salón, sus ojos se agrandaron sorprendida.
CASTRO: ¿Qué es esto…? — dijo, más para sí misma que para alguien.
Espósito la recibió con una sonrisa seductora, disfrazada de la sexóloga Cozzetti y con un antifaz.
ESPOSITO: Bienvenida, Julieta. Esta noche sos solo una espectadora. Lo demás… va a fluir.
Las otras mujeres ya estaban dispersas en el salón. La China jugaba con Jorge; More acariciaba el cuello de uno de los jóvenes. Rocío y Cinthia se habían acercado a Juli con una copa en cada mano.
GUIRAO: ¿Un trago?
Juli se dejó llevar. Caminaba lento, como quien pisa un sueño húmedo. Las miradas la seguían. Los cuerpos, apenas cubiertos, se acercaban como por accidente. Un roce de hombros, un susurro en el oído, una mano que apenas rozaba su cintura. Todo era tacto, temperatura, pulsos.
Ella se sentó en el centro del salón. Respiraba con la boca entreabierta. Los pezones se le marcaban por la tela. Cruzó las piernas, pero dejó que la pollera se elevara un poco más para lucir su entrepierna depilada.
Carolina llevó sutilmente su muñeca a su boca, para dar una orden por el auricular:
ARDOHAIN: Fase dos, simulen. No nos vamos hasta que Julieta diga.
Martina, desde la sombra, ya no podía quedarse quieta.
Los labios entreabiertos, la bata deslizándose cada vez más abajo, la respiración temblorosa. El ambiente, las imágenes, el calor de su propio cuerpo… todo la envolvía. Le costó no gritar cuando llegó al orgasmo, y se dejó caer sobre la silla para disfrutar el show.
Julieta mira alrededor, confundida al principio... después, solo intrigada. Sus ojos se cruzan con los de Jorge, que no la mira como un desconocido, sino como quien ya la imaginó mil veces. Sergio le sonríe desde la penumbra, con esa calma felina que da el tiempo y la experiencia. Iván y Damián, cuerpos de fuego y tensión, juegan a no mirar, pero la devoran en cada parpadeo. Nahuel baja la mirada apenas, tímido, pero expectante. Bruno, recostado como en una escena de videoclip, la observa con la intensidad de quien no sabe si es un sueño o un ritual.
Julieta da un paso al frente. Otro. El sonido de sus tacos sobre el piso de madera parece marcar el ritmo de algo que ya empezó. Sonríe. Respira hondo. Y se deja llevar.
Juli avanza entre ellos como si el aire se hubiera vuelto más espeso. Ya no pregunta. Ya no duda. Solo respira. Profundo. Lento. Las miradas la recorren como dedos invisibles.
Iván se acerca primero. Le ofrece una copa de vino, sin decir palabra. Julieta la acepta. El roce de sus dedos es firme, eléctrico. Él no se va. Solo se queda cerca, apenas a un paso.
Damián se levanta del sillón de cuero oscuro. La mira directo, como si la conociera de antes. Como si supiera exactamente qué hacer con ella. Sus pasos hacen crujir el piso y su presencia llena el aire. Se para al otro lado.
Julieta ya no puede hablar. Sus labios están entreabiertos, humedecidos por la copa. Hay algo en su respiración que la traiciona: un leve temblor de ansiedad, un goce anticipado.
Sergio, el más calmo, se queda al fondo. La mira como se mira un tango bien bailado: con respeto y deseo a la vez. Se pasa la mano por el cuello, desabrochando el primer botón de su camisa negra.
Bruno y Nahuel se quedan cerca de Martu, todavía sin moverse. Hay en sus cuerpos algo entre el nervio y la fascinación. Dos fuegos contenidos.
Jorge, en cambio, se aproxima despacio. Con su bata abierta, con su andar de hombre que sabe que impone sin decir nada. Se para frente a Julieta y le saca la copa de la mano. La deja sobre la mesa.
—No necesitás esto —le dice, con voz baja, ronca, como un susurro dentro del pecho.
Julieta no contesta. Solo baja la mirada… y sonríe.
Él levanta su mentón con dos dedos. Lentos. Pesados. Le sostiene la mirada, la explora, la lee. Ella no parpadea. Sus pechos suben y bajan con la respiración agitada, su piel parece más sensible, como si le ardiera sin fuego.
De fondo, la música sigue. Más suave. Más profunda. Más sexual.
Ardohain hace una seña. Todos entienden. Y sin palabras, la rodean. Julieta, en el centro, empieza a girar lentamente, como bailando. Cada paso que da es más lento, más consciente. Se saca un guante de encaje. Después el otro. Después baja un tirante del vestido. No hay prisa. No hay apuro.
Sabe que la están mirando. Que es deseada. Que por fin, está donde siempre quiso estar.
El vestido de Juli cae por uno de sus hombros, dejando al descubierto la piel suave, caliente, erizada. Sus labios tiemblan levemente, pero no de miedo: es ansiedad, es hambre.
Iván es el primero en tocarla. Le pasa una mano por la espalda baja, apenas con los dedos. Le sigue la curva con precisión de atleta. Ella cierra los ojos y respira hondo, entregándose a ese primer contacto.
Damián se ubica detrás. Sus manos grandes le rodean la cintura con firmeza. No aprieta, simplemente sostiene. Como si dijera: "Estás segura. Estás en el centro del deseo."
Del otro lado, Sergio le acaricia el brazo desnudo. Su piel, más madura, más suave, roza como terciopelo. Le respira en el oído, sin palabras. Solo su aliento y esa energía lenta, tan segura, tan diferente.
Jorge, con su cuerpo imponente, la observa desde más cerca. Extiende una mano. Le corre el segundo tirante del vestido, dejándolo caer con naturalidad. Nada es brusco. Todo es ceremonia.
Bruno y Nahuel se acercan como atraídos por un imán. Aún tímidos, pero encendidos. Se detienen frente a ella, y Julieta los mira. Sus pupilas dilatadas, sus labios húmedos. Es una invitación muda. Nahuel le acaricia el muslo por encima del vestido. Bruno le roza la clavícula con la yema de los dedos.
Ella ya no puede sostenerse del todo. Apoya una mano sobre el pecho de Iván, otra sobre el hombro de Damián. Su cuerpo vibra.
Martu los mira detrás del espejo, con una copa en la mano. Las piernas cruzadas, la sonrisa apenas torcida. Sus ojos no parpadean. Está excitada, emocionada. No hay celos, no hay dudas. Solo orgullo. Ve a a su amiga brillar. Ve cómo los hombres la veneran. Está en el paraíso.
Ve cómo las manos se multiplican. Cómo Jorge le acaricia su culo mientras Sergio le besa los hombros. Cómo Damián la envuelve desde atrás y le murmura algo que ella no necesita responder. Cómo Bruno le acaricia el cuello y Nahuel le mira la boca como si estuviera viendo un eclipse.
Julieta abre los ojos, busca a alguien... a Maxima. La encuentra en un lateral, besándose apasionadamente con Guirao. Espósito levanta la vista un segundo y en medio del calor, del placer, de los cuerpos respirando juntos, le sonríe. Levanta su copa, y brinda. No lo ensayó, nadie le dictó por el auricular, solo es la calentura de la situación que hace a Lali hablar sola.
ESPOSITO: Entregate... es ahora...
Julieta cae de rodillas con una suavidad casi ritual. Su vestido ya no cubre casi nada. Está rodeada por cuerpos que vibran, que laten, que la desean. Su respiración es acelerada, su mirada, encendida. Tiene las mejillas rojas, los labios húmedos y una entrega tan plena que ya no hay vuelta atrás.
Uno a uno, ellos se despojan de lo último que cubre su piel. Lo hacen sin vergüenza, sin palabras. Como si ella hubiera sido siempre el centro de todo. Se muestran tal como son. Diversos. Reales. Intensos.
Juli los observa, uno a uno, ve sus pijas, se sorprende por algunos tamaños, nota que algunas son grandes, otras mas chicas, todas diversas y eso la excita. Siente la energía, el calor, el pulso. Cierra los ojos y sonríe, como si acabara de tocar un secreto con las manos.
Y entonces, sin hablar, se inclina y agarra la primer pija.
Usa su boca. Primero con curiosidad, luego con decisión. Va de uno a otro, probando, lamiendo, explorando, sintiendo. Cada gesto suyo provoca un leve suspiro, y cada vez mas excitados, los hombres se miran entre sí sin poder creer del todo lo que está sucediendo.
Juli se mueve entre ellos, besa, lame, chupa, escupe. Su cuerpo fluye de uno a otro como si ya no pensara, como si estuviera conectada solo al deseo.
Su boca recorre, explora, da placer. Cambia de ritmo, de dirección, de intensidad, como si conociera el cuerpo de cada uno antes de tocarlo. Ellos responden con manos temblorosas pero firme, la agarran de la cabeza para hundir sus pijas.
Juli se detiene un segundo. Mira a uno de ellos — Iván — que ya se ha sentado en el suelo, con la espalda contra la pared y el pecho agitado mientras se pone un preservativo. No necesita decir nada. Se acerca, lo mira, y con una elegancia casi salvaje, se acomoda sobre él. Agarra la pija y la acomoda para q entre, Juli gime de placer y empieza a cabalgar.
Su cuerpo marca el ritmo. Ondula. Late.
Él la sostiene de la cintura, firme, mientras le chupa las tetas. Ella se deja hacer, pero también domina. Sus movimientos son pausados, precisos, intensos.
Mientras tanto, los otros no se alejan. Damián se arrodilla a su lado y le acaricia las tetas, con las manos grandes, seguras. Le roza los pezones con los pulgares, provocando un gemido contenido. Juli gira la cabeza, abre la boca, y recibe una pija. Otra vez. Otro sabor. Otro cuerpo. Dos placeres mezclados. Uno dentro. Otro en la boca. Y todos latiendo con ella.
Sergio le acaricia la espalda, Bruno le besa el cuello. Jorge le toma la mano y la guía hacia su pija para q lo pajee. Todos quieren un pedazo de ella. Todos lo tienen.
Las simuladoras, desde los costados, ya no necesitan besarse o tocarse para provocar a Juli. Todo gira en torno a ella. Se acercan con cuidado, procurando no interrumpir la coreografía que Juli está improvisando con los hombres, y también la tocan, la acarician, la besan.
Martu observa. Con las piernas abiertas, la respiración agitada y ambas manos ocupadas. Una introduce un dildo por su concha, mientras la otra aprieta con fuerza uno de sus pezones. No está ajena. No es testigo pasiva. Se toca al ritmo de Juli. Vibra con cada movimiento de su amiga. Gime en silencio, con los ojos clavados en esa escena que creó, que imaginó, que ahora la enciende más allá de toda fantasía.
Juli se levanta de uno, todavía temblando, y busca con la mirada a otro ya la espera. Sentado, con las piernas abiertas, los ojos encendidos, el pecho agitado. Ella se le monta dándole la espalda.
Empieza a moverse. Más rápido esta vez. Más cruda. Más viva.
Los otros hombres se posiciona adelante de ella. La manosean, le recorren las tetas y se la chupan. Se sincroniza con ella. No hace falta verla: basta con escucharla. Con sentir cómo se arquea. Cómo gime. Y todavía hay más.
Juli gira la cabeza, le sonríe a uno y agarra su pija. Lo toma entre sus labios con la misma entrega con la que se mueve, mientras dos más la rodean. La tocan. Se pajean con sus ojos fijos en ella, como si cada uno imaginara ser el próximo. O el último. O todos a la vez.
Juli se entrega al movimiento, al vaivén de cuerpos y respiraciones. Cambia de hombre, de pija, se sube sobre Damian, que esta recostado en el suelo, cabalga. De repente, y por sorpresa, siente una cabeza penetrando su ano. Douglas le pone la mano en el hombro, besa su oreja, e introduce centímetro a centímetro su inmensa pija en el ano de Juli, no virgen pero definitívamente estrecho. La cojen entra los dos. Mientras los otros alrededor la manosean y se pajean. Cada tanto ella levanta la cabeza para poder chupar alguna de las pijas que la rodean. Se siente fuego en cada poro, una ola que la arrastra y la sostiene al mismo tiempo. El mundo alrededor se vuelve un borrón de susurros, jadeos, gritos y caricias que se multiplican sin fin.
Douglas sale de su culo y entra Ivan; y asi se van turnando entre todos.
En medio de la marea humana, Julieta cierra los ojos y se abandona al placer sin miedo, sin reservas. Siente como tiene multiples orgasmos, no resiste mas pero quiere mas y mas.
Y esa noche, no tiene fin.
Juli se levanta y vuelve a caer de rodillas porque no se puede mantener en pie .
Los hombres la rodean, se paran todos alrededor y se pajean, también están al borde.
Ella siente el calor de sus presencias, el roce de sus pijas en su cara, en sus tetas, la energía que se acumula y se expande en cada suspiro compartido.
Las manos se mueven con un ritmo pausado pero insistente, se pajean a gran velocidad. Cada gesto es un pacto silencioso, una entrega mutua, solo se escucha el gadeo y el ruido de sus pijas, lubricadas de saliva y flujo de Juli.
Juli cierra los ojos, y empieza a sentir cada chorro, cada gota de semen que cae sobre su cara, sobre sus tetas y hasta su pelo. Abre la boca para recibir un poco del amor que le están dando.
Cuando todos terminaron, Julieta llevó su vista al espejo. Observó la imagen final, su rostro empapado, su cuerpo destrozado, y se sintió acompañada, amada, deseada. Los hombres ya no le importaban, ni tampoco las mujeres que la observaban, ni siquiera Máxima. Esa imagen del espejo valía más que todo lo demás.
Del otro lado del espejo, Martina se deslizaba del sillón cayendo al suelo, en un charco de sus propios flujos. También veía a Julieta, esa misma imagen, pero el vidrio mezclaba el rostro de Juli con su mismo rostro. Aunque Juli no lo sabía, esa experiencia había cambiado dos vidas para siempre.
Palacio San Fermín, Buenos Aires, Argentina
26 de julio, 04:30hs
Juli se está duchando, ignorante de lo que sucede tras bastidores. Cinthia reparte el pago correspondiente entre los hombres que participaron.
SERGIO: Esto es menos de lo que arreglamos, Fernández...
FERNANDEZ: Acabas de enfiestarte con una pendeja que es el sueño de medio país, agradecé que te pagamos
GUIRAO: Cinthia, respetá lo acordado. Son gastos del operativo, Martina puede pagarlo.
Martu sale por una puerta lateral, envuelta en abrigos y pañuelos. Siente una mano en el hombro que le hela la sangre, pero suspira aliviada al darse cuenta que es Suárez, con un pucho en la mano.
SUAREZ: Tengo que hablar con vos. Parte del acuerdo que vos hiciste con nosotras cuando contrataste nuestros servicios implica que quedas disponible como colaboradora para futuros operativos
MORALES: ¿Tengo que hacer que la gente coja así como ahora?
SUAREZ: Entre otras cosas, tenés que simular. ¿Te gustó esta experiencia? Trabajando para nosotras vas a vivir millones más.
MORALES: ¿Dónde firmo?
SUAREZ: Paciencia, Martu. Caro se va a contactar con vos para darte más detalles, pero por el momento...bienvenida a la Brigada B.
El palacio queda desierto. La combi blanca de Fernández parte con todo el equipo, dejando sola a Juli dentro del salón. En la mesa, ya limpia de fluidos y restos, la llave del lugar y una bata blanca, doblada prolijamente. Sobre ella, una notita: "Para Juli, para que nunca olvides esta noche. Máxima."
Julieta sonrió, guardó la bata en su mochila y se dispuso a salir. Cerró con llave el salón y escondió el llavero bajo una maceta, porque no sabía qué hacer con él. Se puso gorra, auriculares, capucha, lentes de sol. Se sentía rara, no quería ser descubierta. Se acercó a la parada del colectivo y se armó un cigarrillo. No sabía qué iba a decirle a Martu, a sus padres, a sus amigos. Una voz la sacó de sus pensamientos.
????: Disculpame... ¿tenés fuego?
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